martes, 25 de diciembre de 2012

ROMPE RALPH! CRITICA


En los últimos meses, pocas películas han generado tantas expectativas en el entornofreak geek como ¡Rompe Ralph!. Y es que su jugoso tráiler conjugaba una serie de elementos indudablemente atractivos para cualquier cinéfilo con inclinación por losjoysticks: máquinas recreativas, un desfile de deliciosos cameos y un apartado técnico deslumbrante. Todo apuntaba a que sería, como mínimo, un trabajo altamente disfrutable para los gamers de ayer y de hoy. Y las previsiones -por una vez, y sin que sirva de precedente- estaban muy lejos de equivocarse.
Ralph lleva tres décadas repitiendo el mismo papel en Arréglalo Félix Jr., juego que sirve como trasunto del imborrable Donkey Kong Jr. Él es el villano de la función y, aunque esto no tendría que ser realmente un problema, se siente socialmente relegado y excluido. El día en que su máquina cumple treinta años, este malvado con aires de bonachón decide cambiar su situación colándose en otros videojuegos y consiguiendo los méritos que le han sido negados siempre. Sin embargo, su alteración del orden establecido tendrá consecuencias imprevisibles y devastadoras para  el lúdico universo que habita.
Crítica de ¡Rompe Ralph!
La ópera prima de Rich Moore cumple sobradamente con las dos ambiciosas tareas que se propone: ilustrar a través de magníficos gags la mecánica de los juegos y, además, dotar de entidad y hondura emocional a los protagonistas de la historia. Los 'consoleros' irredentos se deleitarán, a lo largo de los primeros cuarenta minutos, con una divertidísima e inagotable ristra de guiños que podemos contar en decenas. Obras imperecederas como Paperboy, FroggerPac-ManSuper Mario BrosSonic The HedgehogStreet Fighter o Burger Time se encuentran con títulos más recientes tan emblemáticos como Final Fantasy VIIMetal Gear Solid o Kingdom Hearts.
Para ser justos, debemos decir que la balanza se inclina por lo retro, reivindicando el valor de los títulos de antaño frente a la saturación visual carente de imaginación que ofrece el mercado actual. Una crítica de las tendencias contemporáneas que tiene una pizca de rancio moralismo, como si Moore se hubiese dejado engullir por esa vírica nostalgia 'ochentera' que tanto hemos de sufrir en el cine de los últimos años.
Crítica de ¡Rompe Ralph!
También podríamos acusar en el largometraje una cierta superficialidad a la hora de estudiar nuestra relación con los videojuegos. La descripción de las dinámicas interactivas es indudablemente impecable, pero poco se nos dice acerca del abanico de posibilidades que abre nuestra inmersión en entornos virtuales. En cambio, si nos aproximamos a ¡Rompe Ralph! entendiéndolo a modo relato sentimental sobre la búsqueda de nuestro lugar en el mundo, su funcionamiento es modélico.
Disney se ha marcado un tanto con este maduro trabajo que, sin duda, conquistará un espacio privilegiado en el Olimpo de la animación contemporánea. A sus no pocas virtudes deberíamos sumarle el mimo con el que han sido tratados todos y cada uno de los detalles que observamos en pantalla, dando como resultado un espectáculo sensitivamente abrumador. Y me imagino a más de uno regresando a casa una vez acabado el visionado para desempolvar su vieja Nintendo de 8-bits con el fin de resucitar los placeres de algún viejo y olvidado clásico de Taito.

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